Hay escritos que deslumbran. Son los mejores ejemplos de la literatura. A ellos el lector regresa una y otra vez, en busca de consuelo, deleite o ánimo. Pueden ser unas cuantas palabras; dos, tres o cuatro oraciones; algunos párrafos; un capítulo, tal y como es el caso del que Melville enumeró con los dígitos CXIII, bautizándolo con el nombre de La fragua.