La ilusión es, entre otras posibilidades, una esperanza cuyo cumplimento se presenta especialmente atractivo. Así las cosas, quienes somos lectores, vivimos al amparo de una ilusión: la del descubrimiento de ese autor, cuya obra, hasta hoy desconocida para nosotros, y de pronto descubierta, se convertirá en un parte aguas, según un antes y un después, en nuestro ir y venir por el cosmos (que fácilmente puede convertirse en caos) de la literatura.
Sunday, November 7, 2010
Sunday, June 6, 2010
El capítulo CXIII
Hay escritos que deslumbran. Son los mejores ejemplos de la literatura. A ellos el lector regresa una y otra vez, en busca de consuelo, deleite o ánimo. Pueden ser unas cuantas palabras; dos, tres o cuatro oraciones; algunos párrafos; un capítulo, tal y como es el caso del que Melville enumeró con los dígitos CXIII, bautizándolo con el nombre de La fragua.
Sunday, April 18, 2010
El antes y el después
“En un lugar de la Mancha…”. “Vine a Comala porque me dijeron que acá vivía mi padre,…” “Hoy ha muerto mamá. O quizá ayer. No lo sé…”, contraseñas de El Quijote, Pedro Páramo y El extranjero, claves que, al lector, le recuerdan las lecturas correspondientes, con todo lo que ello implica, comenzando por el antes y el después, entre los cuales se gesta un cambio. ¿De qué se trata? Propongo mi respuesta.
Tuesday, March 16, 2010
Todo empezó con Twain
No se me ocurre otra manera de pagar la deuda que tengo con los libros (escritores, editores y libreros) que siendo fiel a mi vocación de lector. Porque si alguna palabra define mi necesidad por la lectura es ésta, vocación, en el sentido literal de la misma: llamado que no se puede desatender. Y ¿A quién le debo el primer llamado? A Samuel Langhorne Clemens.
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