“El enemigo era el jazz….”Simon Nardis, “cuya manera de tocar había cambiado bastante la práctica del piano en el jazz”, reconociendo que el mismo “no incita en lo más mínimo a comportase bien”, lo abandona para regresar a su viejo oficio, técnico de calefacción industrial, con el fin de “mantener una casa (…) de comportarse bien”.
“Ya no escuchaba jazz. Sólo escuchaba la otra música, la bella, la grande, la clásica, la erudita. Se había dedicado a ella luego de desertar. Extrañaba el ritmo, pero a falta de ritmo se atiborraba de belleza.”Una noche, por una decisión equivocada, que desata la fuerza de un destino adverso: Nardis termina en el Delfín Verde, club de jazz.
“La puerta liberó una música a presión, furiosa de tanto estar encerrada. Podría haber sido cualquier cosa, pero era Coltrane. Cuando te llevas por delante algo así, quedas trastornado (…) A Coltrane sí se le reconocía, se lo habría reconocido entre miles, su manera de rejuvenecer la cosas antes de matarlas”.Nardis termina sentado frente al piano: “Autumn Leaves; Moonlight in Vermont; ¿What Are You Doing the Rest of Your Life?; Lover Man; The Man I Love; My Funny Valentine”.
“Suspiró, se estremeció, y se puso a temblar. Había tomado una decisión. Supo que iría, que tocaría el piano, que se apoderaría de él. Eran las 22:30”.
Simon Nardis: “En el jazz no hay belleza. Hay ritmo, ciertamente, hay emoción, alegría y danza en el cuerpo, inclusive rabia, tristeza o jovialidad, pero lo siento belleza no”.
Interlocutor: “Yo estaba absolutamente en desacuerdo. Cuando escucho a Charlie Parker tocar «Lover Man», o a Coltrane tocar «Naima», o a Ornette Coleman tocar «Lonely Woman», lo que escucho es belleza, lisa y llanamente”.
El Delfin Verde, el piano, el jazz, la voz de Debbie Parker: entonces se da cuenta de qué tan desposeído de sí miso estuvo durante el exilio. Reconoce que quienes lo atan son aquellos por quienes dejó el jazz: su mujer, su hijo. Sabe que ella va en camino para rescatarlo: el enemigo es el jazz.
“Deseé que se matara en la carretera y nunca me arrepentí de haber tenido esa idea, y cuando me enteré de que se había matado agradecí haberla tenido, sí, lo agradecí (…) Una vez más Suzanne se había mostrado extraordinariamente generosa. Como si hubiera pensado: Si eso es lo que quieres, si es así como crees ser feliz, te libero de mi, ya no existo”.¿Qué tienen en común las novelas cuyo tema es el jazz? Una decisión equivocada y un destino adverso, que probablemente no se cambie por otro.
¿Cómo terminó Nardis? “Abatido por la muerte de Suzie, abrumado por la libertad…”
Una noche en el club es la novela de Cristian Gailly, quien nos cuenta la historia de Simon Nardis, quien en algún momento cambió a Miles Davis por Mozart.
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