En mi adolescencia dediqué muchas lecturas a la biografía. De Taylor Caldwell: La Columna de Hierro, sobre Cicerón; El Gran León de Dios, sobre San Pablo; La Tierra es del Señor, sobre Genghis Kahn; Médico de Cuerpos y Almas, sobre San Lucas; Gloria y Esplendor, sobre Pericles y Aspasia; Yo, Judas, sobre el apóstol. De Irving Stone: Miguel Ángel, sobre el artista florentino; El Origen, sobre Darwin, Pasiones del Espíritu, sobre Freud; Anhelo de Vivir, sobre Van Gogh; Abismos de Gloria, sobre Pissarro y los impresionistas; El Tesoro Griego, sobre Heinrich Schliemann, descubridor de Troya. De Stefan Zweig: Erasmo, Balzac, Sigmund Freud, María Antonieta, Fouché, María Estuardo, Dostoievski, Magallanes, Américo Vespucio. De Emil Ludwig: Napoleón, Bismarck, Beethoven, Goethe.
Sunday, August 28, 2011
Saturday, April 2, 2011
Zamyatin, Rand: "We", "Anthem"
En mi biografía como lector primero fueron, en la preparatoria, las tres distopías clásicas: Un mundo feliz, de Aldous Huxley, de 1932; 1984, de George Orwell, de 1949, y Fahrenheit 451, de Ray Bradbury, de 1953, todas ellas editadas por Plaza & Janés, en la colección Rotativa, obras que, como toda distopía (término acuñado por John Stuart Mill y al cual Jeremy Bentham se refería como cacotopía), nos presentan un mundo en el cual, quienes detentan el poder, pretenden organizar a los seres humanos tal y como está construida una máquina, con cada una de las partes en función del todo, por lo que no hay ni tiempo (todo está programado), ni espacio (todo está vigilado), para aspiraciones individuales, ni afectivas, ni cognoscitivas. Estas distopías son críticas al totalitarismo, que se encarnó, en el siglo XX, en fascismo o comunismo. Totalitarismo: la totalidad del tiempo está programada, la totalidad del espacio vigilada.
Monday, January 31, 2011
Una historia de jazz
Hay dos temas que me atraen especialmente en la literatura, el box y el jazz, temas que, por lo general, tienen un común denominador: la desgracia, la mala suerte, el destino adverso. Allí están, a manera de ejemplos, El perseguidor, de Julio Cortazar, que nos narra algunos episodios de la vida de Johnny, jazzista, obra que Cortazar escribió en memoria de Charlie “The Bird” Parker, uno de los grandes del jazz, y, en segundo término, la novela de Miguel Ángel Palou, Con la muerte en los puños, que nos cuenta la vida del Baby Cifuentes, boxeador, sin olvidar el puñado de cuentos que, sobre box y boxeadores, escribió Arthur Conan Doyle, de quien no todo fue Sherlock Holmes, aunque haya sido éste, y no algún oscuro boxeador, quien le otorgara la inmortalidad, favor que Conan Doyle pagó con la misma moneda, al resucitar, en La aventura de la casa vacía, al genial detective, después de que, ¿envidioso de la popularidad de su creatura?, lo matara en El problema final.
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